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LEVES Y RUMOROSAS

LEVES Y RUMOROSAS

 

¡Qué leves y rumorosas se mueven

las copas del eucalipto

sobre el limpio cielo azul!

Intuyo el rumor del acantilado

al vaivén salobre del agua

abajo, en esta ría del sur.

 

La brisa somnolienta de la tarde,

que vaga por el mar y por el monte,

me trae el lejano recuerdo de mis padres…

Se queda mi pensamiento absorto,

y un latido del alma transciende el horizonte.

 

José Crespo

 

Jardín abandonado

Jardín abandonado

 

Se cierne una mansa quietud

como de hondo latido de la vida,

dulce presagio.

 

Rociado del frescor de la noche,

llega a los huertos somnoliento

el otoño callado.

 

Y exhiben las dalias ingenuas

su prodigioso multiforme.

Entretanto, lentamente,

desvanece la penumbra en el sembrado;

perezoso amanecer en que las flores

prestan al silencio su fragancia

entre hierbas y malezas, en la inmóvil

soledad de jardín abandonado.

 

José Crespo

(Terceira Antoloxía do Grupo Poético Brétema)

Cabellera de las Rías del Norte

Cabellera de las Rías del Norte

 

Cabellera ondulada

de las Rías del Norte;

de quietud o bravura en sus aguas,

acantilado y pinares,

cabellera de las Rías Bajas.

 

Vigo en la esquina rizada

que mira a la puesta del sol

en la trémula planicie del agua,

¿Quién no ancló en esta orilla

al silbido de huracán y borrascas?

 

Te arribó en el regazo de la colina

embrión de vientos y lluvias

que dieron a tu singladura

del Atlántico inmemorial arribada.

 

De pinares y acantilado,

verdeazul cabellera ondulada,

tienes de Vigo un adorno prendido

en un mechón de las Rías Bajas.

 

José Crespo

O XUGO ROTO

O XUGO ROTO

 

Rompe ese xugo de madeira

dura de carballo,

e sacude as pesadas cadeas

de tanto propio engano.

 

E cando desmenuzadas

no chan as vexas,

fuxe lixeiro as alturas

e mira as novas veredas.

 

Deixa alí que o teu peito

do limpo aire se encha,

e os teus ollos raiantes de gozo

reciban o frescor das cumes sanas

e os novos horizontes vexan.

 

Pero non te quedes compracido

mirando abaixo o xugo roto

e rotas as cadeas,

non sea que outro xugo mais sutil

domine a túa alma peregrina

por esa vana compracencia,

e quede, aínda na cume, malograda

a túa libertade verdadeira.

 

José Crespo Abalde

(Primera Antología del Grupo Poético Brétema)

 

 

MI ALDEA

MI ALDEA

 

Aldea que me viste nacer;

sencillo mundo de mi inocencia.

Apenas queda en ti algún vestigio

que evoque tus orígenes humildes.

 

Yo recuerdo tus caminos hondos

surcados por manaderos de agua,

o aquellos de árida soledad

que se perdían en la estepa solana.

Yo recuerdo tus silencios

de campo y montaña,

y tu vegetación silvestre,

hierbas autóctonas en rústicos parajes.

 

En tus campos y en tus lares,

recia labor, labor campesina ancestral…

 

De ti, oh Beade inmemorial,

sólo queda el recuerdo en mis cantares.

 

José Crespo Abalde

¡OH, PUERTO!

¡OH, PUERTO!

 

¡Oh, puerto de la ciudad amada

cómo te vestiste en el anochecer lejano

de melancólico azul!

 

Cuando tiembla el nácar de tus aguas

exhalando un suspiro de recóndito misterio

al lánguido destello de fugitiva luz.

 

Desde lejos vi tus luces rutilantes

en coloquio con mi ardiente fantasía,

¡Oh, puerto!, porque ya son leyenda y sombra

los recuerdos que me evoca tu silencio

y que hieren de nostalgia el alma mía.

 

Tus naves acogidas al descanso de tu seno

se mueven al vaivén sigiloso de las ondas

apuntando sus mástiles erguidos hacia el cielo

como lanzas de un ejército de paz entre las sombras.

Del rocío de la noche te embalsama su frescor,

las estrellas ya te observan desde la alta inmensidad.

¡Como duermes, puerto amado, al susurro de tu embrujo

y viertes el reflejo de tus luces en el mar!

 

José Crespo

CASAS BLANCAS

CASAS BLANCAS

Con luz vivaz del diáfano sol

bañadas las casas blancas de mi pueblo

en plácido sosiego el fértil suelo

que de ayer la rauda lluvia fecundó.

Las laderas de la colina cercana

se pintaron de súbito color

en multitud de dispersas pinceladas,

fragante y copiosa retama en flor.

Abajo están los peñascos sombríos

acariciados con ondas perezosas

del mar que, recostado entre las rocas,

reposa entre despierto y dormido.

Y están las casas blancas de mi pecho

bañadas con diáfano sol,

verde y lozano el fértil suelo

que de ayer la rauda lluvia fecundó.

José Crespo Abalde

(Primera Antología Grupo Brétema/ diciembre 2001)

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