EL MUNDO TRAS LA VENTANA
Sentada en la cama tras la
ventana de mi habitación,
visualizo una bola de cristal
que según se acerca, compruebo
con ilusión que es el mundo
en el que habito.
Esta bola se acerca lentamente
hacia mi ventana, de tal forma
que estirando el brazo parece que
se posa sobra la palma de mi mano.
Hago que gire sobre si misma
y compruebo el desarrollo de la vida,
animales, personas, nieve, hielo,
fuego, volcanes y mares y
todos sus habitantes.
“Que hermoso” pensé, girándolo
sobre la palma de mi mano, que
bella es
la naturaleza, la fauna animal, glaciares,
ríos, cascadas, montañas,
ancianos, niños…, la vida.
Pero la alegría me duro muy poco,
de pronto todo aquella belleza se esfumo,
apareció un mundo envejecido,
un futuro desarraigado, angosto,
triste, apagado, oscuro, sin vida.
Fui acercando la bola de cristal,
entonces vi la tristeza del mundo,
sus heridas, las grietas en su piel,
sin agua que calmara su sed.
El sol la quemaba matando
su belleza verde y lujuriosa,
sus ríos secos, sus mares creciendo,
arrasando pueblos y ciudades.
Fuego, sed, terremotos, hambre, guerras,
inundaciones, volcanes en erupción,
en definitiva la destrucción de un
hermoso planeta, que el ser humano
no supo, no sabe, no quiere, conservar.
Con lágrimas en mis ojos
y tristeza en el corazón,
con un ligero movimiento,
devolví la bola de cristal
al espacio exterior.
Allí permaneció oscilante unos segundos
como esperando de mí una solución,
solución que conocía, pero no supe darle,
después desapareció de mi visión.
Abrí los ojos sobresaltada,
había tenido un sueño del futuro,
dos lagrimas rodaron por mi rostro,
había visto lo que pasaría con nuestro
planeta pasado el tiempo,
un tiempo sin tiempo
pero no muy lejano, en el tiempo.
María Luisa
López Castro
Grupo Poético
Brétema
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