HERMANO

Cuán imbécil es el hombre

que se inventa las fronteras,

y después de darles nombre

se mata por defenderlas.

 

 

HERMANO

 

Yo no quiero tu herida hermano,

ni ser la huella de tu destino;

quiero tenderte mi mano,

juntos, marcar el camino.

 

Yo no quiero la guerra hermano,

que fija el dios o la raza;

quiero el caminar esforzado,

buscando la paz que nos falta.

 

No me hables de fronteras, hermano,

ni heroicas conquistas pasadas;

no me hables de venganzas y rencores,

ni viejas rencillas arcaicas.

 

¡Háblame de paz y justicia, hermano,

háblame de paz y justicia,

de cómo alcanzarlas!

¡Háblame de la igualdad de los hombres,

de curar sus llagas!

 

Y yo te seguiré, hermano,

en la heroica revolución sin balas,

y pronto estará mi brazo,

para defender la palabra.

 

¿Acaso, el color de mis ojos

diferencia nuestras lágrimas?

¿O acaso el color de tu piel

separa las almas?

 

No pidas mi vida, hermano,

ni de mi alma las heridas,

dos días, son los del humano,

nuestras almas… son las mismas.

 

Alonso Rodríguez

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho tu poema y sobre todo lo que quiere decir, un abrazo

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