EL MENDIGO
A la puerta de un estanco,
un mendigo pedía,
pocos le hacían caso,
algunos de daba ánimos,
otro le daba una moneda,
muchos ni le miraban.
Desde mi ventana
le miraba pensando,
“Que injusta es la vida
que acostumbrados a la
desgracia estamos,
como giramos la cara
para no mirarlos”.
Pienso en la triste vida de algunos
y en la banalidad de tantos,
pensamos en cómo gastar los cuartos,
en lo que compramos
sin pensar en la pobreza
ni la angustia de tanto humano.
El, allí de pie,
miraba a un roscón,
el pan del otro,
estos ni cuenta se daban.
Junte unas monedas,
Fui a dársela,
Sus palabras fueron…
¡Ay señora, Dios mío!
¡Que Dios se lo pague!
Nada dije nada,
simplemente a mis ojos
las lágrimas asomaron.
Concepción
Díaz Fernández
Grupo Poético Brétema
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