ALGO QUE DECIR

ALGO QUE DECIR

 

 

 

Siempre he tenido la sensación de que la vida está plagada de despedidas y retornos continuos.

 

Plagada de seres que se nos alejan y seres que se nos acercan.

 

Pareciéramos fatalmente destinados a cruzar nuestros caminos con los caminos de los demás y convertirnos así en viajeros que llegan y se marchan alternativamente.

 

A veces esas estadías duran mucho y otras veces son sólo cruces fugaces o incluso imperceptibles.

 

Sin embargo no depende del tiempo que duren esos cruces de caminos, lo que los mismos nos dejen marcado en nuestros recuerdos, en nuestra conciencia, en nuestro corazón, en nuestro pensamiento o en nuestro ser.

 

Todos sabemos que no por fugaces, los encuentros son menos satisfactorios y gratificantes.

Y no por largos son necesariamente placenteros.

 

No sé bien por qué, pero creo que alternativamente recibimos a personas que se acercan hasta nuestra historia y parecieran traernos un mensaje. De la misma forma que solemos ser nosotros los portadores de mensajes para otros.

 

Y claro está que toda esta cuestión está más allá de nuestra voluntad. En más de una oportunidad nos hemos preguntado cómo puedo encontrarme en esta situación o cómo puedo haberme cruzado con esta o aquella persona.

 

Somos instrumentos de algún maestro divino que hace y deshace con nosotros a su voluntad.

 

Pero siguiendo con esos cruces de caminos y con encuentros valiosos o no tanto, hay seres que quisiéramos dejarnos para siempre con nosotros, sin darnos cuenta, quizás, que eso a veces también es imposible. Pues cada uno tiene un camino a seguir y es inevitable que lo siga.

 

Así, comenzamos a amontonar souvenirs de todos esos encuentros, de experiencias; de todas esas personas que al cruzarse con nosotros nos han dejado una marca, una huella, una palabra que recordaremos siempre; un mensaje.

 

Personalmente siempre he sentido la obligación de que si alguien coincide conmigo, debe llevarse algo de mí, debo dejarle algo. Aunque no siempre se logra y aunque a veces uno sólo fue capaz al final de provocar heridas de las que nos arrepentimos aunque no hayamos tenido la intención.

 

No sé bien de donde me viene ese pensamiento. Tal vez sea por esa creencia de que nada es tan casual y de que si esos encuentros se dan es por algo, aunque no haya explicación racional para este planteo.

 

En la vida hay gente que vale mucho y vale la pena conocer y hay otros que son sólo contenedores de nada y mejor es perderlos prontamente.

 

Sin embargo, a pesar de esto último, también de ellos se puede aprender. Yo he aprendido lo que no quisiera ser jamás. Esto no me resulta tan raro, dado que me he dado cuenta que en la vida por lo general uno termina sabiendo lo que no quiere antes de lo que realmente quiere.

 

También está claro que a veces uno no tiene nada que decir. Pero aún en esa situación, es mejor un sabio silencio que un discurso de sabiduría berreta.

 

Vivimos en épocas de encuentros vacíos, fugaces; que sólo buscan satisfacciones instantáneas. Conversaciones superficiales donde cada vez importa menos lo que le pasa al otro y sólo se trata de conocer alguna intimidad que pueda valer como futura conversación de comadres.

 

Uno puede elegir. Ser seres vacíos o al menos decir algo que pueda tener un sentido para alguien.

 

Y conste que no se trata de transformarse en consejeros ni hablar desde pulpitos de sabiduría.

 

Sólo es tratar de encontrar en nuestro interior algo que tal vez alguien que coincide con nosotros esta esperando encontrar, aunque nosotros no lo sepamos y la otra persona ni lo espere de nosotros.

 

 

DIEGO DOBLER

(Argentina)

3 comentarios:

Elisa Rodríguez dijo...

La vida es un continuo ir y venir Diego, una gran comedia donde los actores, que somos nosotros, vamos y venimos de un lado a otro.

Anónimo dijo...

Cada uno labra su propio destino, nada llega o existe porque si.

Soledad Sánchez Mulas dijo...

Es el telar de la vida, donde nos entretejemos con los otros. Y como bien dices, somos como somos gracias a lo que dimos y a lo que nos aportaron.
El camino de vivir es el viaje en sí, nunca el destino.

Un beso.

Soledad.

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