PLOMO Y ESTAÑO
La tierra sabe a plomo y estaño,
a plasma, a carne quemada y lágrimas,
el agua, cuando aún manaba,
manos fratricidas sellaron su cauce.
En su juego macabro,
han cambiado las pelotas por balas,
la sonrisa de los niños
por un incierto mañana.
De los regazos de las madres
han hecho sepulcros,
de duelo y llanto permanente.
La anciana mirada de un niño
os delata y os condena
por siempre.
Mientras una rebanada de tierra
el amargo pan de cada día,
tinta sus labios inocentes
en el barro arrasado.
Va la procesión de los muertos
y sus incensarios, en un largo destierro,
los verdugos alimentan las ávidas bocas
de los cañones, con carne párvula
Julia Álvarez González
Grupo Poético Brétema
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