FLORES SECAS
Aun conservo las flores
que me regalaste,
la espalda arqueada
bajo su peso seco.
Comenzaron a secarse,
cuando dejaste de incluirme,
en tus silencios.
Su denso aroma,
pervive en la piedra de Sísifo,
y duerme en las páginas,
entre los lomos al arrullo
de los pétalos.
Y bajo el peso de las evanescentes
corolas, se
ha derramado el viento
y han reverdecido todas
las espinas, sobre mi piel grana.
Giran mis pies en un “déjà vu”,
donde entre cada reseca gota
se desangran las celosías.
Los calices rozan el ardor de mis labios,
donde despliegan sus alas,
tan solo ceniza terrosa,
que se expande.
No hay nada más triste
que el peso de una mortaja,
de pistilos o quizás si
tu mano inerte,
tu mirada ausente
Julia Álvarez González
Grupo Poético Brétema
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