EL VIEJO MENDIGO

 

Recorriendo va el anciano su camino,

empinada la cuesta, corto el destino;

a su encorvada espalda, la vieja espuerta

de nostalgias perdidas, de recuerdos llena.

 

Sus carnes flacas, el ardiente sol le abrasa,

derritiendo al tiempo mente y entrañas;

el sudor resbala empapando su cara,

invadiendo los surcos de sus lágrimas.

 

¡Pobre viejo! ¿Dónde la sombra ansiada,

en tus largos días y noches buscada?

¡Dónde, pobre viejo, donde podrás hallarla!

¡Mira al fin! Del viejo árbol sus ramas

cobijarán tu cuerpo, pero no tu alma.

 

Sus arrugadas manos, su cabeza cana,

sobre débiles rodillas reposaban.

un solitario árbol…, una sombra añorada

por compañeros de soledad amarga.

 

Ya, la jadeante respiración calmada,

abre el anciano su vieja espuerta arrugada…

un mendrugo de pan, una navaja,

unas viejas botas y una zamarra.

¡Qué poco tenia y cuán usada!

mucho más vacía estaba su alma;

corta su vida… la cuesta larga,

sólo miserias en su mente hallaba.

 

Cual fue tu mundo, triste caminante,

cuál la huella que tú dejaste;

por pan, has cambiado sudor y fatigas,

ahora, ya viejo, nadie te cobija.

 

Cierra la espuerta solitario mendigo,

no busques en tus recuerdos el alivio,

rebosa ya, la fuente con tus suspiros,

¡Goza, goza la última sombra de tu destino!

 

Sobre un brazo, la cabeza apoyada,

parecías dormido… dormía su alma.

miserias y andrajos atrás quedaban

-me pregunto-

¿Sería su alma igual que otras almas?

 

Alonso Rodríguez Galego

Grupo Poético Brétema

 

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