EL MAR Y EL MARINERO
Junto al acantilado, en el
atardecer
se está ocultando el sol. El
cielo está rosado,
bate con fuerza el mar junto
a los arrecifes,
se abraza a las obscuras y
granulosas peñas,
cuando en lóbrega noche
arrecia el viento.
El hombre que navega, al
oír el trueno se estremece,
el mar se convierte en bravo
y turbulento.
Más a lo lejos, la luz
de un deslumbrante faro
para guía y arribo del que
al puerto regresa.
Se calma al punto y la
inquietud se aleja.
A la mañana, de nuevo al pie
del malecón,
volverá a ver el mar suave,
calmado y plateado.
A noche, ¡oh
mar! qué susto le has dado.
Pese a todo, marinero,
volverás a buscar su balanceo
y el él te
atraerá de nuevo a sus abismos.
Quizás un día no muy lejano
te irás de nuevo
y pensarás que es un sueño
no soñado.
Despertarás junto a las
bellas caracolas,
tu espíritu cabalgará encima
de una ola,
y así te van a recordar los
que te amaron.
Gloria Teiga Freijomil
Grupo Poético Brétema
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