ENSOÑACIÓN
Una vez más
rodeada de verdores,
descansaba al
lado de un hermoso prado.
Mi piel olía
deliciosamente a madreselva,
sobre mi caían
lentamente las hojas
que el viento
desprendía de los árboles,
me cubrían cual arcoíris de
colores.
Así, echada
sobre el césped,
veía que con
afanado vuelo
los pájaros
buscaban ramitas
para hacer su
nido.
Oh, que envidia
yo sentí: ¡un nido!,
ellos su casa
habían construido.
Alcé mi mirada
al cielo y pedí:
¡Señor, dame
una pequeña casa!,
algo que se
parezca a un nido.
Y así con Dios
hablando me quedé dormida.
Al despertar
busqué donde agarrarme,
y solo encontré
la hojarasca
que cubría mi
cuerpo adormecido.
Yo en mi
ensoñación había creído
que era la casa
que a Dios le había pedido
Gloria Teiga Freijomil
Grupo Poético Brétema
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