IMPOTENCIA
La impotencia amordazó las lágrimas
y el amor se rompió en mil pedazos
aquel día, cuando borracho, me pegaste.
Me cansé de amarte,
de perdonarte, y de ocultar los miedos que
cada noche sentía, cuando llegabas
a casa, de madrugada.
Me hacías sentir sucia, inútil,
pero yo callaba y rogaba en silencio
a un Dios ausente, que esa noche sólo rompieses
la puerta del armario,
y que cansado, te durmieses.
Hoy mis lágrimas brotan libres,
sin mordazas, y me siento feliz
desde esta fría cama de una gris habitación
del hospital.
Elisa Rodríguez (Cangas)
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