Debo salir del río
y no dejar que la resaca
me arrastre otra vez al fondo.
Porque sé que mis piernas temblarán
a la hora de levantarme y el fuerte embate de las olas
romperá la costa
que me cerca y dejará desnuda la efigie
en la que he creído
hasta ahora.
Debo salir del río antes
que se debilite mi voz
con voces que se transmitan por otras voces diferentes
y en otros lugares.
Porque las aguas contienen
el azufre suficiente
que puede romper el equilibrio.
Y es tanta su fuerza que
si en el fondo te viste por fuera
te cubre de una sustancia ocre
que te puede quemar.
Por eso debo llegar al cieno
que cubre mi piel.
Y que salir del río sea
para siempre.
José Ángel
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